Anatolia es un territorio propiamente Turco, fuera del mundo árabe, un lugar donde participan los derviches en casi todo, es una posición de prestigio y en muchos casos mal interpretada como una forma de evitar la fatiga del mundo.
En la península de Anatolia, se respira el bienestar, la pujanza de un imperio que parece no detenerse ante nada, su capital Estambul, el Islam en abundancia, judíos sefaradis y árabes, cristianos griegos, albaneses y búlgaros, musulmanes de las cuatros escuelas conviven bajo el mismo sultán, una autoridad preocupada por el ecumenismo como un ideal de la religión Islámica. Respeto y convivencia pacífica es lo que este nuevo orden busca, hacer del imperio el ejemplo para los demás, el cielo en la tierra, la armonía que promete la religión.
Konya, primera capital del Imperio Selyucida, un lugar donde se estableció la identidad Turca de occidente, de aquí se formaría el Imperio Otomano y partiría a conquistar el mundo. El gran Académico del Islam Sultan Veled, de Gazna, sería invitado a formar una escuela de teología, un lugar donde terminaría su largo andar escapando con su familia de la furia de Gengis Khan. Su hijo llamado Muhammad Yalal Al Din, la majestad de la religión, le sucedería como maestro de teología. Toda la ciudad pareciera estar bendecida por la presencia de Yalal al Din, todos los concientes de la importancia de tener a un Amigo de Allah en su ciudad. Su sucesor el Shaij Fahri es mas que un alto dignatario, la entrada de el Chelebi con sus discípulos es una verbena, prácticamente esta es la casa de los derviches giradores, todos quieren tocarlos, abrazarlos, consentirlos.
Este recibimiento prácticamente dejó a Jaidar y a los demás sorprendidos, en ninguna parte los derviches de Mevlana tienen esa aceptación y veneración. Además regresan de la peregrinación y esto provoca en todos los musulmanes una empatía mayor, los ahora llamados Jayi, peregrinos, será un título junto a sus nombres de por vida que les reconozca como hombres piadosos.
Gran parte de la vida en Konya gira alrededor de los Mevlevi, los laneros y cardadores que tejen la materia prima para confeccionar la ropa de los derviches, lana de camello y de borrego para los gorros, las túnicas y los cinturones. Lana de la palabra árabe suf, como ellos los sufis y cardadores de la palabra Jalach, como el gran Mansur el mártir del Islam que llevó este nombre por el oficio de su padre. El cardador, el que transforma la materia cruda en algo útil y bello, como la transformación que Mansur realizó en sí mismo, en sus seguidores y en todos los que lo conocen y aman como maestro.
¡OH alma mía aprende a consolarte! La gloria está en la realización y en el éxito. Sueña en la claridad que se refugia en el éxtasis transfigurante. He aquí que mi alma se ocupa de una porción de Allah y que mi todo aspira al Todo de mi todo.
Esa era la forma de identificarse como un verdadero creyente, sometido a la realidad última que es Allah. El cardador se vuelve su propia materia prima y trasciende en las manos de Allah.
Los fabricantes de tasbijes, los rosarios para la oración, de todos los materiales, madera, vidrio, semillas, diamantes y plata. Un mundo dispuesto a la oración y a la remembranza permanente. Todas las actividades comienzan con Bismillah y terminan con Aljamdullilah, en el nombre de Allah y alabado sea Allah.
Los nuevos sufis deben continuar con un periodo de entrenamiento intensivo que les permitirá convivir muy poco con la hermosa ciudad de Konya. Selim se dedicará en su formación a la música, Jaidar al mantenimiento de la derga y Selim a la labor de turbelar, solo que en esta ocasión será el turbelar del Pir Yalal Udin.
El hermoso mausoleo con una gran cúpula otomana, que solo es opacada por la cúpula azul del siglo 13, con un gran letrero en la entrada Ya Jazreti Mevlana, el sello caligráfico del Pir. Dentro un gran sarcófago forrado con un enorme tapete bordado en oro con versos del Corán, un alto Sikke del siglo 13 envuelto en un todavía mas impresionante turbante verde, hermosas caligrafías azul con dorado con el sello del Pir. Un verdadero lugar de oración y reposo, incluso dicen que se puede percibir un suave aroma en este sitio, por fin Jaidar y los demás se sienten en casa, han llegado hasta aquí por las más diversas circunstancias y deben apreciar el momento.
Al transcurrir un par de meses de labores rutinarias el gran Chelebi les informa a los muchachos, que la intención real de esta preparación era para escoger un Chile, un renunciante que vivirá por siempre en la derga, sin embargo ninguno de los tres ni de los demás neófitos, estaba listo. Por otra parte la situación que se avecinaba afectaba a la orden en muchísimos aspectos. El trueque de territorios entre del Sultán y el Sha, acabaría con pueblos enteros y al parecer no había nada que se pudiera hacer. La orden mevlevi era Sunita del rito Janafi, bajo ninguna circunstancia se volvería Chia, el futuro de toda Azerbaiján estaba sellado, lo inmediato era el cierre paulatino de las Tekes Mevlevi y desde luego de todas las demás ordenes. La pregunta era, ¿Qué iba a suceder con todos los Chile de todas las Teke? Lo más plausible era absorberlos en las demás y lo más radical era abrir nuevas Tekes. Ambas soluciones acabarían por el momento con el espíritu del Chile, pero el hacerse de recursos para construir otras Teke era aún más difícil. “Allah nos cierra una ventana, pero en su misericordia abrirá otra”, dijo Fahrdin.
Un par de meses después los primeros derviches refugiados llegaron, de Azerbaiján, apenas con lo que traían puesto, en una razia callejera los soldados del Sha impusieron el Chiísmo a la población, el que no se convertía se le hostigaba, esto para los jefes de familia desorganizados, para los derviches organizados se les amenazó con confiscar sus bienes y en algunos casos se les amenazaba con violencia. Los derviches en su mayoría huyeron hacía la frontera del Imperio Otomano. Estos que acababan de llegar, solo con lo que traían puesto, experimentaron la violencia. Al parecer el resto del imperio estaba en calma, esto reconfortó a Jaidar por el momento, pero sabía que su familia podría ser victimizada en cualquier momento.
El siguiente viernes de yuma el Chelebi dio el sermón en la mezquita de Konya, recapitulando en la peregrinación, e invitando a la gente a recibir a los hermanos refugiados del imperio Safavida y que al final las disputas de los hombres serían resueltas por los hombres con ayuda de Allah.
Al salir del yuma se le pidió a todos los derviches mevlevi que se reunieran para una comida en la que el Chelebi debía hacer un anuncio. El anuncio no era nada halagador, insistía en el asunto de los refugiados, las dergas estaban siendo clausuradas en todo el territorio Safavida, solo aquellas ordenes que llevaban el rito Chia se mantenían, tal como la Neymatulahi, los qalandari eran hostigados pero se les permitía el acceso al territorio. Días tenebrosos para los derviches y en general para los sunni de Irán. Las medidas que se debían tomar pueden sonar radicales, pero todo derviche sabe que en su momento le tocará. Todos los nuevos derviches debían salir de Konya y buscar otras dergas, sin embargo, si no los aceptaban debían seguir su camino, Konya estaba por saturarse y las oportunidades se limitaban.
La semana siguiente la tristeza se convirtió en nostalgia y esto permitió reflexionar a los muchachos, la verdad es que no eran expulsados de la orden solo que si alguno pensaba estar de retiro permanente este no era el momento. Jaidar incluso pensó en volver a casa mas de una vez, pero sin dinero era muy difícil, una idea era regresar como qalandar, lo que al final su familia vería muy mal, había perdido el tiempo, solo por cargar un estandarte.
Los muchachos en su tiempo libre, deseaban meditar en la turbe de Shams y/o en la de Mevlana, estar cerca de los maestros era reconfortante. Las oraciones se convertían en peticiones inconexas y faltantes de objetivo, la incertidumbre ahora inundaba sus corazones, desde pedir un trabajo, una esposa, incluso claridad de ideas para recibir el futuro con madurez. Una señal en un sueño o donde fuera, hacer lo correcto no siempre es fácil. Amir por ejemplo siempre refugiado en el Corán, abría una página al azar y la leía, Selim con la técnica de adivinación del tasbij, planteaba una pregunta y proponía un número, contaba el número de vueltas y hacía una interpretación, Jaidar lo hacía en los entrenamientos del giro. Estas actividades estaban prohibidas y se hacían en secreto individual, nadie mas que el practicante lo sabía, si algún Murshid se enteraba serían castigados duramente por supersticiosos.
Esa semana las plegarias de los muchachos se habían hecho realidad, el Shaij Tozun Baba, se presentó en Konya un día antes del Sama, la segunda noticia era que el Sama lo iban a realizar únicamente los nuevos. Todo esto parecía ser inconexo, pero al final los resultados aguardaban muchas sorpresas.
Los nervios de ser los responsables del giro los abrumaron toda la noche, en la madrugada todos sin dormir se prepararon para el gran día. En palabras de Rumi
El silencio es el mar y el discurso es el río
El mar te está buscando, no busques el río
No te distraigas de las señales que el mar te da
Esa mañana se formaron para realizar el Sama, los músicos estaban listos y eran los de mayor experiencia, el Chelebi Fahr estaría sentado en la piel, mientras Tozun sería el Samasambazi.
Al finalizar los cuatro Selams o circunvalaciones del Sultán Veled, el giro comenzó, con una destreza sin igual, los muchachos estaban entregados y se respiraba una devoción muy especial, como si fueran profesionales los muchachos demostraron su conocimiento del Sama. Este conocimiento no viene de un entrenamiento formal, sino de la sinceridad y devoción con la que la ceremonia se lleva a cabo.
Al finalizar las noticias que todos esperaban, en primer lugar no volver a girar a los pies de Mevlana, en segundo lugar las consecuencias de ser puesto en libertad implica el tomar las decisiones fundamentales que nos pueden perder para siempre o ser un gran hombre por una buena decisión.
Al finalizar el desayuno el Fahrdin dijo, que el Shaij Tozun se llevaría a los jóvenes de camino a Estambul, ahí encontrarían empleo o universidades para estudiar, el crecimiento que estaba teniendo la ciudad, se propagaría a todo el Imperio, pero requería de voluntad y esfuerzo por parte de los jóvenes para prepararse a este nuevo reto. Claro esta solo era una opción, en este momento todos podrían regresar a sus casas o vagar por cualquier lado.
En el caso de seguir al Shaij Tozun las posibilidades eran enormes, además ninguno contaba con dinero suficiente para regresar a casa, pero siempre hay posibilidades de volverse un Qalandari temporal.
Todos accedieron a seguir a Tozun, también volvieron a enviar cartas a su casa desde luego sin una dirección de remitente, en esta ocasión nadie sabía donde dormiría al siguiente día.
La despedida estuvo llena de regalos y abrazos, el Chelebi les instruyó a seguir los pasos del Profeta a través de Pir Mevlana, el lugar que escogieran para residir estuviera cerca de una derga Mevlevi, y si no que tuvieran la intención de formar una, ahora estaban listos para esto y sobre todo para enfrentar la vida. La derga de Konya siempre será su hogar y la quibla de su corazón. “Nunca deben olvidar que por muy sabios o avanzados que se sientan deben ser humildes y entender que están tan lejos o tan cerca de Allah como en el día que nacieron,” agregó el Chelebi.
La noche llegó y a todos se les permitió dormir en la Turbe de Mevlana, Jaidar se soñó girando, mientras giraba pasaba viendo lugares y personas con las que había estado, a su primo, el jardín de rosas de Ibrajim Baba, a su hermano, a Karima, a Maryam, a Rajim Baba a la Kaba y desde luego al estandarte, ya casi para finalizar se veía girando solo rodeado de personas vestidos con diferentes atuendos al parecer cantando. Amir soñó que cargaba un libro gigante de jurisprudencia, pero que lo mantenía tan ocupado que dejaba caer unos pétalos de rosa que traía en las bolsas del pantalón, sin posibilidad de levantarlos y estos no volverían a sus manos. Selim en cambio soñó con una gran asamblea de pájaros que lo rodeaban, cada uno le cantaba en una tonada distinta, cada tonada era un instrumento diferente.
Finalmente partieron después de la oración del amanecer, casi no hablaron con nadie y simplemente se encaminaron hacia el norte. Las montañas de Anatolia parecen infranqueables en una ruta muy pesada, sin embargo llena de calor humano, la gente de Turquía sabe apreciar el esfuerzo de los derviches durante toda su vida. Sabe que sacrifican parte de su juventud por mantenerse piadosos y serenos, convertirse en adultos íntegros es toda una lucha contra el yo inferior.
Tozun Baba era un hombre perspicaz, buen comerciante y un derviche muy estricto, todas las tareas se debían realizar con prontitud y en el momento deseado, su caravana era un reloj bien afinado. En algún momento cerca de Uchak, a alguien se le ocurrió preguntar sobre los sueños, ya que no estaba el Chelebi quién tomaba el honor de escuchar e interpretar. Tozun Baba en tono áspero respondió que el era el Murshid a cargo de ellos y que por ordenes del Chelebi debía atenderlos.
Entonces los tres Jaidar, Amir y Selim contaron sus sueños y de algún modo hizo que todo el grupo se relajara al ver que Tozun era igual que los demás Shaijs, paciente y comprensivo, únicamente trataba de mantener una disciplina necesaria para sobrevivir en el camino.
Al sueño de Jaidar Tozun contestó, “has repasado todas las acciones que valoras en tu vida y al parecer Allah está complacido contigo, todavía falta una luz en tu vida que aparecerá pronto, esto concluirá parte de tu largo andar”. Para Amir era muy claro que se convertiría en un gran Jurista, sin embargo, “debes tener en mente que antes que un jurista eres un ser humano, un ser bendecido con la iniciación y que nunca debes anteponer las formas religiosas a la verdadera fe, al perfume de la esencia divina, simbolizado por las rosas”, dijo Tozun. Finalmente Selim, se convertiría en un gran músico, en la asamblea de los pájaros de Attar simbolizada por los músicos sagrados que lo rodearían en algún momento.
Con esto los muchachos volvieron a sonreír y a dejar de preocuparse, hasta su llegada a Estambul.